Al despertar...

TEN UN BUEN DÍA

En la mañana al despertar existe un sol que resplandece.

Algunos días las nubes llegan a tapar aquel día,

que a pesar de eso sigue irradiando las calles

ese astro que se esconde.

En la noche se asoma la luna,

que brilla enormemente y dibuja un hermoso cielo cortejado 

de estrellas a su alrededor.

Si bien a veces se torna oscuro el cielo,

esa bola blanca sigue alumbrando, aunque no la veamos.

Todo está en nosotros si sentimos esa luz.

Si iluminamos nuestros pensamientos con la alegría.

Despertar y afirmar que tendremos un buen día,

es una opción.

Pero creer desde que abres los ojos,

que estás lleno de

luminosidad simplemente te hará feliz.

¡Despierta con una razón para vivir.

Respira con la necesidad de soñar!

POR: KAREN ERASO

17 DE MAYO 2012

  

Poema a mi madre

El árbol de mi vida

La fruta que prospera de un árbol, el suspiro que le da al regalarle la vida y la compañía que le brinda mientras permanece en sus ramas, la sombra que cobija sus mañanas…  el complemento que le falta a un árbol sensato que creció para dejar florecer sus más hermosas entrañas… toda una vida enderezando su tronco hasta que llega el día en que decide tener compañía, una compañía única que solo se la brinda el mismo. La alegría de dejar ver un fruto por sus linajes.

Se agota su juventud, pero su amor sigue intacto, caen sus hojas y se las lleva el viento… caen como canas de su pelaje.  Y el verde esperanza de la lozanía ha pasado a ser reseco ahora que cada gota de lluvia sobre sus pestañas dejan un mundo atrás, tras cerrar los ojos… y darse cuenta que ya paso el tiempo, pero no olvido, ni un solo momento lo que trajo al mundo desde su interior.

En el mundo, donde estará parado este árbol, estará su fruto, que dejo de ser verde y ya maduro. Con ansias de que sus semillas que lleva por dentro, después de una larga vida se nutran del verde esperanza, para crecer y poco a poco ser tan fuerte como la arboleda que lo resguardó.

Por: KAREN ERASO

una hija  orgullosa de  su madre

Otoño

Una mañana donde el sol encandila mi ventana, me despierto con un susurro de la madrugada que ha dejado su hojas en el viento para que lleguen a mi. Un mundo anaranjado me espera allá afuera, un día con esperanza de vivir. El otoño a llegado a hacer parte de este cuarto de año y me ha recordado que casi termina mi dolor, no veo un día gris que se acerque y me quite este color.  

No sé que decir

Hoy quiero hablar de felicidad, hace a mucho que no la sentía, temía el porqué de tanta dicha, pues no era común en mí. Empecé a sentirme diferente, ¿habré crecido? Me preguntaba, o que ocurrió con ese pasado tormentoso, ¿lo habré superado? Seguía interrogándome. Mas no basto unos minutos de más y empecé a sentir aire cálido y helado a la vez por mi nariz. Sentía pasos y escuchaba voces, eran las voces del más allá… a lo lejos y entre cortado; no entendía lo que querían decir, pero sabía que me lo querían decir a mí. Trataba de oír, pero quería seguir feliz, sin que nada me importe. Hasta que poco a poco fui escuchando las voces más cerca… mucho más cerca.

-        - ¡Ya despertó!

De pronto escuche esa voz, proveniente de un señor que en mi vida había visto. Y efectivamente desperté del sueño más bonito, de la muerte.