Pero si la felicidad no existe… Termino
diciéndome azul, mientras trataba de recordar cómo nos tomamos esas pastillitas
blancas medio partidas medio desechas, medio en la nada como polvo que se
mezcla con agua y queda una masa liquida y química. Eso siempre pasa. Pero para
hoy necesitamos algo más fuerte, algo que nos haga volar por unos instantes y
por fin levantarnos de la cama. Donde hemos permanecido siete días completos
durmiendo de pocos, despertando solo para comer y cagar. Las luces siempre
apagadas y las ventanas cerradas de tal forma de casi no saber si fuese de día
o de noche. Salvo que el maldito reloj existe. Ha y con un calefactor que medio
nos abrigaba a ratos. Ya son las tres de la tarde le dije a azul, mientras él
salía de bañarse con el cuerpo medio mojado, medio seco. Medio guapo que si
esta. -guau- Pero, no. Solo pueden ser alucinaciones mías. Me da a veces por
ver lindo a ese flacucho con tatuajes en medio cuerpo y esa cabeza de crispeta
con esos rulos casi perfectos. Es como un pompom. Jajajaja Es muy ridículo. Y
ahí viene. ¿Qué será lo que va a decir… jajajajaja
-¿de qué te ríes? Estúpida.
Levántate que ya es hora. Las tres menos cuarto. Justo el cuarto que
necesitamos para desaparecer de aquí. Así que báñate y arréglate. Y deja de
reírte tonta. ¿O es que los colores ya hicieron efecto? jajajajaja
Efecto –efecto –ecto –ecto –to
–to- jajajajaja ¿será? Jajajajaja El agua esta tibia, al menos ella puede
encontrar su punto medio. Su limbo. Ni fría, ni caliente. Tibia. Eso, tibia
acaríciame el cuerpo. Tibia que rico que bajas por mi cuerpo. Tibia me gusta
sentirte. –Pum, pum, pum- -¿Qué quieres azul? –Que te apresures- -No me jodas-
-Amarilla estamos justo a tiempo-. Él
sabía que era lo justo. Él sabía cuánto tiempo tardaba cada acto que deseáramos
hacer. Él sabía cómo convencerme con esos ojos medio de gato que tiene y
hacerme hacer lo que él deseara. Pero él también sabía que no estaba enamorada
de su sonrisa. Que no éramos dos novios jugando al amor. Solo éramos cómplices
de una jugada… de un paso aquí en el destino.
-Apresúrate amarilla, faltan
cinco minutos para las tres.
Él como siempre con su reloj en
la mano. Y yo como siempre pensando más de lo normal… y aun no termino de
arreglarme. Aun no termino de hacer las cosas que debería hacer por estar
pensando. No le responderé nada, porque seguro se arma la pelea.
-Listo, salí. Mira mis téticas
como se mueven, diles hola azul. – ¡Enferma, vamos rápido! …
Ya son las ocho de la noche y
estamos aquí debajo de un árbol del parque sarmiento. Todo sucedió como lo
planeamos… a las tres empunto salió el encargado del hotel a comprar su
almuerzo a la esquina de la calle Moreto. Siempre tardaba no más que diez
minutos en su transcurso. Por eso los quince minutos que teníamos eran justos
para tener todo listo y la cuenta de tres, apenas el reloj marcó las tres y
apenas el encargado salió y dio unos cuantos pasos… nosotros emprendimos
nuestro viaje. Supongo que Ramira, la del aseo se dio cuenta. Y no dijo nada.
Pues cuando íbamos bajando por las escaleras con las mochilas en nuestras
espaldas, tropecé con el último escalón e hice un ruido del que quede medio
paralizada por unos segundos, miré hacía la cocina y estaban los ojos de ella
mirándome frenéticamente, como es ella. Pero la salude con un gesto en la mano
y con una sonrisa medio picara, medio de inocencia, y seguimos con azul nuestro
trayecto hacia la puerta, así que supongo que Ramira supuso que los dos no la
jugamos o quien sabe que estaría pensando mientras nos despedíamos de ella y de
su cara tan desagradable y en eterno grima.
No logro conciliar el sueño. Azul
sigue durmiendo, sigue soñando, sigue jugando a quien sabe qué. Mientras sus parpados
se notan profundos. Pero, ¿aquí? ¿En el parque? Porque no pudo esperar por lo
menos a planear entrar a otro hotel, al menos por esta noche. E irnos de esta urbe.
Pero él eligió seguir ahí, en ese lugar medio putrefacto pero agradable. ¿Será de dormir? Ya ni sé porque
hablo sola, ya ni sé que pensar. Ya que… dormiré. –Auch- me lastime el dedo con
las tijeras. Nunca comprendí porque la sangre es tan escandalosa, tan
exagerada. ¿Y si….? Y si dejó caer las gotas libremente, sin oprimir a que
salgan… que corran. No me limpiarme, tranquila sangrecita sigue saliendo, sigue
tu camino. Parecerá que me corté toda la mano o las muñecas. Eso, corre sangre
por mis brazos, caliéntame la piel. Eso sangrecita, sé libre, sal de mi cuerpo
y corre, corre, corre. Eso por ahí
encontraste otro camino. Sigue goteando. Estaba todo perfecto hasta que dejo de
sangrar. -¿amarilla estás bien?- -Sí, déjame cerrar los ojos, déjame en paz- -¡Amarilla!
¡Amarilla! ¡Amari……………………………………………………………………………………………………………….lla!- -¿Qué
quieres? -¿Por qué estás sangrando? –la la la la la-. Sería un buen monologo. O
más bien una buena conversación entre mi mano herida y mi cara. Parezco
estúpida, lo sé. Al menos ya tengo las
pastillas trituradas. Ahora sí. Buen viaje. Hasta mañana. O quien sabe. Hasta
nunca. Jajajaja
¡Hey tú! ¡Tú! ¡Tú! Si tú. El que
está leyendo estás palabras. El que abrió más los ojos. Ayúdame, quiero
despertar. Quiero estar leyendo justo como lo está leyendo usted en estos
momentos. Así en esa misma postura. En ese mismo espacio. Y hacer lo mismo que
trata de hacer con su mano. Con su mundo. Con su vida. Con su tiempo. Con esas
ganas de… pero no. Con ese miedo. ¿Miedo? ¿Medio confundido? y –saz- Medio
con esa sonrisa leve, que casi no se nota. Esa misma sonrisa falsa e hipócrita. ¿Por qué cambio de genio? ¿Por
qué ya no sonríe?
Algo extraño paso de un momento a
otro, por eso es que me gusta dormir. Y por eso es que me gustan esas
pastillas. Porque cada vez los sueños se hacen mejores y de colores como me
gusta. Sin humanos. Quisiera matar a
todos los que por curiosos entraron en estas letras, leyeron toda una historia
falsa y sin sentido. Y esos mismos que no dejan de leer. Igual la que muere
aquí soy yo. Un final que no significa nada, nada más que represión de una
metamorfosis de tiempo. Espacio. Lugar. Tiempo. Metamorfosis. Espacio. Lugar.
Tiempo. ¿Realidad? ¿Felicidad? ¿Rareza? ¿Seso? ¿POR QUÉ? ¿Muerte? ¿Desahogo?
¿Música? No sé más. No sé en qué pensar. Me duele la cabeza. Como un riñón con
cirrosis. Arcoíris. Todos los colores.
-shhhhh-
-shhhhh vos azul-
Ahí viene otro sueño. Ahí va.
¡DESPIERTA!
CONTINUARA....
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarKarencita, al leer tu escrito "De idiota a feliz" me transporta a mis primeras lecturas universitarias de estilo existencialista y psicológico, por allá en los años 80, especialmente de la obra "El Túnel" del escritor y ensayista argentino Ernesto Sábato.
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