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9 de septiembre de 2013

una conversación con mi amigo...

Esta es la historia de un viejo amigo que despertó después de unos años, se decidió hablar después de tanto tiempo encerrado en su mundo de mentiras. Me dijo que me hablaría de la vida. Que para él, es su método de supervivencia. Él que ni siquiera sabe quién es, ni que es vida. Pronuncia palabras enredadas y sin coherencia, ¿Se habrá olvidado lo que es hablar? O ¿Se habrá olvidado lo que es vivir? Pero en esas palabras entrecortadas, refleja su temor. Y refleja su tristeza en medio de esas ganas de mostrar que es un valiente ante la adversidad. -¿Usted piensa?- Le pregunte. Para iniciar nuestra fiel conversación formal y sin atadura.  -¿Está usted Poco Cuerda?- Respondió al instante. Ya habíamos hablado antes, hace mucho. Cuando yo era una pequeña que apenas lo conocía. Después desapareció. Mejor dicho, sabía que estaba ahí. Pero él no hablaba. No me decía nada.  Ya había visto sus actitudes de reproche y hoy parecía no conocerlo. Ha cambiado tanto. Todo este tiempo que no supe de él. Me lo imaginé igual de rebelde y soñador, como cuando lo conocí. Pero hoy volvió incomparable a decirme lo que sentía. -¿Y entonces de que viviste el tiempo que pasaste sin hablar?- -De la razón-. Me respondió sin dudarlo. -¿Y tú piensas que la razón existe?- Le pregunte mientras notaba que mi amigo había cambiado tanto, tanto que era casi irreconocible su antipatía. No me respondió. Seguía sintiendo que su actitud era incómoda hacia mis interrogaciones. Y en el momento que menos me lo espere... Empezó diciendo... 

Para qué la vida me enseñase lo que significa vivir, deje de preocuparme por su significado. 

Cuando me vi envuelto en la desesperanza de saberlo todo, de quererlo todo, de sentirlo todo... 
Comencé a preguntarme el porqué de las cosas y mis sentimientos…
En ese instante lo interrumpí, fingiendo que su asombroso discurso estaba interesante y alentador. Pero la verdad no lo entendía. Mi amigo se disponía a darme un no consejo. Lo supuse. 

-¿Así que ya no te interesa sentir?- -nadie ha dicho eso, es más si no sintiera dejaría de ser yo. ¿No crees?- Afirme con mi cabeza. Y continúo... 

Yo no elegí ser diferente, yo no elegí sufrir, yo no elegí callar un tiempo y hacerle caso a la razón. Elegí la vida en la muerte. O la muerte en la vida. Es lo mismo. Pero para poderte hablar… Elegí la enseñanza del día a día. Elegí  observar a mí alrededor y hacerle caso a mis preocupaciones. Poniéndole más atención a las convicciones, que a las aventuras. Yo no elegí no elegir nada. ¿Y las razones? ¿Qué corazón necesita razones? La vida es un eterno cambio de metamorfosis y bipolaridad que no encuentra realidad en este sueño de piezas inconclusas, en un valle de soledad donde se respira aire. Solo aire, porque no hay esperanza ni aliento de luchar. Es más, guardado en una mochila, soy solo un corazón en pedazos que se esconde de creer, teme salir de este lado oscuro y solo duerme. Duerme por años, como un corazón durmiente, que necesita ser besado para despertar. Hablar de la vida y desparecer como por arte de magia. Así es más o menos lo que se siente dentro de este cuadro que refleja una vida, mi vida fuera de una cabeza. El amor en tiempos de confusión. Donde amar depende de estar con alguien o no. Y ni siquiera de  sentir cariño. Solo necesitarlo.

Como es de soberbio ese corazón roto, como el mismo se engaña desapegándose de mi razón. Para poder vivir libre, pero en un rincón. En mi mochila.  

Y así fue. Desapareció justo al terminar la última silaba. Y sé que estará ahí durmiendo o fingiendo morir. Reprochando la razón de la vida. Sintiéndose poca cosa hasta el día en que la que despierte sea yo. 


FIN. 


1 comentario:

  1. hola hace poco me interece por el mundo de la lectura y de los escritos, me encanta leer historias que te tranportan a un lugar, la verdad me encanto esto , lo escribiste vos, es genial!!, ojala algun dia logre escribir asi, excelente el blog!! muchos bendiciones en todo!!!

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